viernes, 1 de marzo de 2013

LENGUA 4º: LA COMUNICACIÓN


Vamos a leer...

Hacía algo más de un año que el gato conoció a una linda princesa, a quien admiró. Desde su tejado preferido, contemplaba absorto mientras ella hablaba de sueños de colores, esos colores que el gato ya había olvidado cómo poder verlos. Eran sueños de una princesa que llenaba su vida y todo lo que tocaba en ella de un brillante color amarillo…
El gato y la princesa habían compartido muchas noches de luna y ambos se sentían felices de soñar juntos. Uno le contaba sus sueños al otro y luego intercambiaban sus papeles. Los sueños de él eran sueños de un gato aprendiz que apenas había aprendido a soñar y sus sueños hasta entonces eran en blanco y negro…
Los de la princesa, en cambio, siempre eran en color! Pero, día a día, el gato oyéndola a ella y viendo su ilusión al explicar sus maravillosos sueños, empezó a soñar también en color! Así, noche a noche, el viejo tejado se fue llenando de preciosas flores de color amarillo hechas de sueños que la princesa dejaba allí para alegrar la vista de su buen amigo el gato…
Pero una noche el gato subió al tejado como siempre hacía para compartir sus ya coloreados sueños con su querida princesa. Pero se dio cuenta de que la princesa no estaba allí, aunque había dejado olvidados sus sueños repletos de flores amarillas en el tejado. Y esperó y esperó. Pero no apareció…
El gato se puso triste, pues a partir de esa velada su amiga la bella princesa que le había enseñado a soñar en colores nunca más apareció…
El silencio y la ausencia se impuso entre ambos. El gato se sintió sólo, pero agradecido de como una princesa de la que apenas conocía nada había llegado un buen día a su vida y la iluminó con bellos colores y sueños dulces…
Y el gato algo triste y sólo siguió subiendo cada noche a su tejado…
Pasaron los meses y el gato perdió la esperanza de volverse a encontrarse con su amiga la princesa. Pero una cosa cierta sabía: que ella fue quien le enseñó a soñar en colores, como él siempre había querido soñar! Y pasaron los días, las semanas, los meses…
Y un buen día en el mismo tejado -aún repleto de sueños amarillos de su princesa- apareció una bella dama de cabellos dorados que venía de lejos. Era un hada! Y le habló de sueños también de color! Y entre sueño y sueño que le explicaba, le habló de una princesa que era su alma gemela, con la que también había compartido sus sueños de color cuando eran niñas. Y el gato descubrió -por como hablaba con cariño de ella y de sus flores amarillas- que se trataba de la misma princesa con quien él había aprendido a soñar en color…
Y la bella hada mágica, subió noche tras noche al tejado amarillo y compartieron sus sueños de colores hasta que apareció entre ellos el amor, compartiendo esos sueños de colores que ambos tenían, pero con el deseo de hacerlos realidad! La vida del gato fue cambiando, día a día, en ella todo se iluminó, con amor. Por aquel entonces ya no solo veía y compartía sus sueños de color, sino que toda su vida se había llenado de vivos y alegres colores… el tejado, la vieja manta sobre la que dormitaba, los árboles, las flores que había en el jardín… todo lo que se cruzaba en su vida!
Y se dio cuenta de que, aunque era importante soñar y compartir los sueños de colores como había hecho con su princesa, aún lo era más desear convertirlos en realidad… como hacía cada vez más con el hada mágica que tuvo el privilegio de encontrar en cuanto abrió su corazón…
Pero un buen día, el gato subió de nuevo al tejado para compartir sus sueños de color apunto de hacerse realidad y su amada hada no llegó! El gato de nuevo se puso triste y esta vez lloró, desde el corazón! Se sentía sólo y se dió cuenta de que ya no era solo compartir sus sueños de colores lo que había perdido con ella, sino que había desaparecido de su vista su primer, verdadero y único amor!
Y el gato siguió subiendo noche tras noche al tejado aún repleto de sueños con flores amarillas, con esperanza e ilusión. Pasaron los días, las semanas, los meses y ni su princesa que había olvidado sus sueños amarillos en el tejado ni su hada mágica con quien ya compartía su amor, volvieron a aparecer…
Y el gato entonces aprendió una importante lección: los sueños se tienen, se compartan o no… y en ellos uno imagina que está quien ya está en su corazón; pero el amor, en cambio, es algo que, si es de verdad, nace en el corazón y se siente en el corazón, en la realidad y no solo en la imaginación, para siempre! Y el gato sonrió, pues por primera vez en su historia había logrado hacer un milagro: cambiar una dolorosa ausencia por la mágica presencia… y así aprendió a compartir sus mejores sueños de colores y su vida entera con su hada mágica, a quien por siempre amó, y siguió compartiendo los sueños de colores olvidados por su princesa, que siguieron día a día vistiendo de preciosas flores amarillas el tejado, para los dos!
Al fin y al cabo, la princesa -sin saberlo siquiera- había construído con sus flores amarillas olvidadas el camino que le trajo a su hada mágica, con quien al fin encontró el verdadero amor! Y es que la vida da sorpresas y siempre nos desea lo mejor! Y así es como el gato por fin aprendió a confiar en la vida… y que ésta un día no muy lejano quizás permitiría reencontrarse con su amada hada mágica y su princesa silenciosa, para juntos los tres, recuperar los sueños olvidados, celebrar la vida bajo una misma luna llena durante una primavera eterna con miles de flores amarillas, con risas y alegría, gracias al amor!